viernes, 17 de junio de 2011

Cuentos de Lectores: El futbolista de ascenso

El fútbol de ascenso es una filosofía de vida. Te levantás temprano, viajás con la almohada pegada en la cara, te juntás con tus compañeros/amigos todos los días a la misma hora. Bancás al que se durmió, jode el que por una vez se levantó con pilas. Compartís el vestuario, ¿Qué hiciste ayer? ¿Salimos el finde?.

A veces con la ropa del club, a veces con tu propia pilcha, con las zapatillas arruinadas, que en algún momento fueron de salida,enfilas para la cancha.

Calor, mosquitos, frío, lluvia. No interesa, arranca un día nuevo, con el profe mandándote a correr y con las caras un poquito más despiertas. Sentís como la escarcha del invierno se te va metiendo por los pies. Pero ya estás ahí.

Elongás, estiras, ¿en qué pensamos cuándo elongamos? Siempre nos colgamos en ese momento, y nos acordamos de algo: o de los pibes, tus amigos del barrio, que todavía deben estar durmiendo por la joda de anoche. O en tu novia, que ayer te refregó en la cara que no pasan mucho tiempo juntos. 

O en los quilombos que hay en tu casa, que los viejos se pelean, que la guita no alcanza…hasta que volvés a la tierra cuando el profe te caga a pedos porque estabas elongando posteriores y todos ya estaban por los cuadriceps.

No debe haber nada más feo que hacer pasadas. De 200, de 300, de 400, de lo que sea. Las hacés y siempre perdés la cuenta, y le querés robar una al profe, que muy de vez en cuando te la deja pasar. Y te sentís orgulloso, llegás a la última pasada, sin una gota de aire, pero dejás la vida y la terminás. ¿Qué carajo hago acá, 15 de enero, mientras están todos de vacaciones y yo haciendo un Yo-Yo test? Estoy loco. Pero es la pretemporada. Y hay que hacerla.

El técnico empieza repartir las pecheras. Y suspirás profundo,esperando que te toque la de los titulares. Si te toca, pensás: “Hoy la rompo”. Si no te toca, enseguida por dentro te brota el “¿otra vez este forro no me va a poner?, termina la práctica y lo encaro”. Y termina la práctica y ya estás pensando en tu trabajo, en tu laburo, en llegar a casa, saludar a la vieja, comer algo y arrancar a ganarse el mango.
Pero para llegar a casa todavía falta un rato. Elongas, jodés con los pibes, y llegás al vestuario y el agua está fría. Y anda una ducha sola. Respirás profundo, le metés onda, y te bañas igual, no importa la gripe que se viene, no importa nada. Una nueva práctica terminó.

El viaje de vuelta generalmente se hace eterno.Pensás otra vez en todo lo que pensabas mientras elongabas, y le agregás la calentura porque no te pusieron yla bronca porque el agua estaba fría. Pero no importa, vos le das para adelante. Y sentís que estás haciendo lo correcto.Que ya va a llegar la chance. Que te vana ver, que vas a vivir de esto. Y te perdés un quince porque al otro día jugás contra el último y tu equipo anda por la mitad de la tabla. Y dormís tensionado, pensando en las jugadas del día siguiente. 

Y no vas a bailar, “dale maricón, veni y te vas más temprano”, te dicen. Pero no. Vos a dormir. Y al otro día te va para el orto y querés largar todo, y decís “para qué carajo estoy acá”. Pero seguís, le das para adelante igual. 

El lunes estás entrenando otra vez. Y por ahí tenés la mala leche de caer cinco minutos tarde, y el técnico, como nunca, está encerrado en el vestuario cagando a pedos a tus compañeros,  y vos caés con el bolsito, y todos te miran, y los dardos te caen a vos.

Frases como : “Che,esta cancha es un desastre”

“Esta pelota está arruinada, ¿no hay otra?”
“Profe,¿Qué vamos a hacer hoy?
“¿Cuántas vueltas son?”
“Elonguen muchachos”
“El sábado hay que ganar”
“Che,esta semana no pagan viste, la otra por ahí”
“17,18,19,20!!!! Patada.”

Todas se escuchan muy seguido en las prácticas. Demasiado seguido. Son parte de esta filosofía llamada fútbol, el fútbol del ascenso. El que está lejos de las luces de Primera. Ese fútbol donde no hay agua caliente, no hay ropa limpia, no hay contratos millonarios. 

Y sobra pasión, sobran huevos. Y nadie que no lo haya vivido alguna vez te mira con ganas de reírse, pensando “¿este gil que hace perdiendo el tiempo?”. Pobres, no tienen ni idea lo que es gritar un gol y que cientos de tipos se abracen en una tribuna de madera, con tu familia saltando y gritando, sabiendo que les alegrás la semana. 

No tienen idea qué se siente en el minuto previo a entrar a la cancha, ese momento donde todos tus compañeros te saludan,, pegás un grito de guerra y salis a la cancha con ganas de comerte a los rivales. No tienen idea lo lindo que es jugar un día de lluvia, que te caguen a patadas, chocar, saltar a cabecear. Y se te ríen, “¿y cuándo vas a jugar en Boca?”.

Pero a vos no te importa. Le das para adelante.

Maximiliano Dominguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario