La Iglesia Católica se ha encargado, desde sus inicios, de divinizar a simples seres humanos, desde Jesús a Juan Pablo II por considerarlos autores de hechos milagrosos.
Nosotros no tendemos el poder de la Fe y el Vaticano, está claro, pero tenemos las pruebas suficientes para que nuestro prócer terrenal sea beatificado.
Porque su vida desde pequeños fue signada a las gambetas de los obstáculos que la vida le iba poniendo. Desde una casita de dos ambientes, donde ocho personas respiraban amor, hambre y sacrificio, el pibe –con el apoyo incondicional de sus viejos- empezaba a soñar lo que por dentro sabía, pronto iba a llegar. Eso forma parte de un milagro.
Su escuela en este caso no fue Hardvard, es cierto. Fue mucho mejor. Porque en lo que aquí conocemos como potrero (cancha de fútbol sin dimensiones fijas, ni líneas, ni árbitros, ni nada mas que dos arcos si es que los había) es donde esa zurda traviesa se transformo en una fuente inagotable de magia y milagros.
Probablemente ninguna escuela podría haberlo hecho mejor. Es mas, dicen que donde pisaba, el polvo de tierra se convertía en césped, aunque no podríamos asegurarlo.
Por esos tiempos, el destino le tiro una rabona al pecho para que encare mano a mano al arquero. La ayuda llego, el resto dependía de el. Porque un día, un iluminado Francis –eternamente gracias- se llevo al flaquito de rulitos rebeldes a probarse a Argentinos Juniors. Y quedo, claro.
Aquí nacía la leyenda de los Cebollitas, equipos que dicen, le podría haber hecho partido al mismísimo Barcelona de Guardiola. Dicen, dicen.
Con el paso del tiempo, la cebollita fue creciendo y convirtiéndose en showman primero y en jugador de elite después. A su primer día debemos remitirnos, ya que el marco de público fue una cosa jamás vista. Unas 50.000.000 de personas se hicieron presentes, o al menos, dicen haber estado en su bautismo.
Al poco tiempo de ese día, fue invitado a un paseo por tierras niponas, y hasta dicen, cumplió la imposible misión de los japoneses aprendan y le tomen el gustito al deporte. Un pelado fue su privilegiado acompañante y un Flaco el dueño de la batuta.
Pasó por la Boca y lo disfrutó un ratito hasta que se tomo un vuelo directo a Catalunya. Aquí, su santa zurda y su doctrina futbolera dentro del rectángulo le valieron su crucifixión por parte del pagano Goikoetxea, que más que clavos en las manos le metió los tapones en las piernas. Al caso que nos confiere, es igual.
Pero el tipo es capaz de levantarse hasta del pozo mas profundo. Y su crucifixión no fue más que una de sus primeras muestras de divinidad. ¿Cómo hace un tipo normal para acelerar los plazos estipulados de 6 meses por una fractura para volver en 3? Porque al tiempito, ya estaba jugando, y créame, la estaba rompiendo.
Su próximo Cruce de los Andes fue en Napoli italiano, un equipo que hasta entonces navegaba constantemente por el fondo de la tabla. Pero ahora, claro, con Diez de su lado, algo debía cambiar.
Todavía muchos siguen preguntándose como hizo este simple mortal para levantar el Titanic con su Zurda y llevarlo hasta las nubes. Porque ni el mas optimista hubiese imaginado que el humilde equipito del sur se podría haber llevado dos Scudettos, una Copa Italia y una Copa UEFA antes de su llegada. Tal vez este no sea un simple mortal…
Porque mientras realizaba proezas con los napolitanos, realizo también los milagros para los argentinos. Allá lejos, en tierras del tequila y los mariachis, este gordito como algún soberbio le llamo le pinto la cara hasta a los banderines con la celeste y blanca.
Sino me creen, pregúntenle a los piratas ingleses, que dicen todavía lo están tratando de parar y aun hoy reclaman por esa mano. O a los belgas, que le pusieron una jaula y se escapo por la puertita de atrás. O más aun, a cualquiera que haya visto ese Mundial.
Ya con la chapa de campeón, unos años después se lanzo de cabeza a su patria adoptiva para llevarse una nueva corona. Aunque esta vez, el precio que le hicieron pagar por dejar a los poderosos en el camino fue demasiado caro.
Dicen que los Dioses no se equivocan, dicen. Pero el nuestro es terrenal, por eso es nuestro, por eso lo sentimos tan cerca. Y algunas veces se equivoco, pero siempre las pago y salio adelante con entereza. Sus predicas no las leímos en ningún libro sagrado.
Si dice la Biblia que Jesús fue crucificado y volvió de la muerte, que le queda a este simple mortal divino, que volvió de la muerte varias veces.
Solo basta recordar los diarios aquel año 2000, en Punta del Este, cuando las drogas hicieron explotar su cuerpo, produjendo una patología cardiaca severa y dificultades psicomotrices. "¡Que Dios y la medicina nos acompañen!" pedía en su momento su medico Cahe tras ver que la muerte era casi segura. Al tiempo salio como si nada.
O que tal aquella imagen de las puertas de la suizo-argentina, donde todos sus fieles esperábamos el parte para tenerlo entre nosotros nuevamente. Y de un día para otro, nuevamente, salio como si nada.
Definitivamente, este no es un simple mortal como algunos aun creen. Definitivamente, Diego, sos una religión a la que muchos decidimos aceptar. Un ejemplo de lucha, un ejemplo a los que salen de abajo para llegar a la cima, un ejemplo de que todo lo que se propone, se puede lograr. Gracias por tanto, Maradona.
Alejandro Romero
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