El reconocimiento tardío que tuvo Andrés Soriano para el gran público se dio quizás debido a la poca trascendencia que se le da al ascenso en los grandes medios. Pero lo que todos ven hoy, gracias a la dupla que hace con su hermano Abel y a la maravillosa campaña que viene haciendo el Bohemio, lo viene haciendo hace rato.
Soriano nació en Córdoba un 30 de octubre de 1983. Con tan solo 18 años, comenzó a hacer sus primeras armas en General Paz Juniors, de su misma provincia, casi de la mano de su hermano (jugaba en el mismo club pero debuto un año después). Nadie imagino que la carrera los uniría más de una vez.
Permaneció en la institución cordobesa hasta el 2004, cuando llegó por primera vez a Atlanta. Aunque solamente estuvo un año, dejó un grato recuerdo y a fuerza de goles y un juego inteligente y colectivo, logró su primer pase al Nacional B para jugar nuevamente en Córdoba, pero en Belgrano. Cuando este paso al Pirata, el refuerzo que llego para sucederlo en el Bohemio fue… su hermano, Abel.
Pero el seguía su carrera, y en ascenso. Y si de ascenso justamente tenemos que hablar, no podemos obviar el triunfo obtenido por aquel plantel que el blondo integraba, que, tras una emotiva promoción con Olimpo de Bahía Blanca, obtuvo nuevamente una plaza en la Primera División.
Para el armado del nuevo equipo, llega como refuerzo un viejo conocido de Andrés. Otra vez su hermano. Otra vez Abel y Andrés compartían vestuario.
Sin embargo, la experiencia elitista del Pirata duró solamente un año y volvió al Nacional B y las carreras de los Soriano se volvieron a separar. Mientras Abel se marchaba a Lujan de Cuyo, Andrés tuvo su primera experiencia en el exterior.
Los años 2007 y 2008 lo encontraron rompiendo redes en Ecuador, primero para el Deportivo Cuenta y luego en el Espoli. Pero como ustedes ya conocen, o están conociendo, su historia siempre tiene un ida y vuelta, casi un deja-vu.
Al volver al país, estuvo defendiendo (nuevamente) los colores de Belgrano, para por fin llegar a la que hoy podríamos decir se convirtió en su (vieja) nueva casa adoptiva: Atlanta. Una carrera en sube y baja.
Llegado casi del ostracismo absoluto, nadie se acordaba del juego y los goles de Andrés. Solo Atlanta pujo por sus servicios confiado en sus condiciones y en que podría darle el poder de gol que el equipo necesitaba. Y no fallaron.
Así todo, para darle color a esta historia, se volvió a reencontrar con su compañero de toda la vida... con su sangre... que a esta altura no hace falta mencionarlo casi... otra vez Abel y Andrés volvian a compartir vestuario, delantera y goles.
Convenio con Lanus mediante, un buen técnico como Alonso y los goles de Andrés y Abel (entre los dos 27 goles) convirtieron este combo de posibilidades en una campaña histórica, que muestra a un Atlanta solidó, puntero, goleador y todo apoyado en un juego colectivo. Juegan a la pelota cuando hay que jugar, y juegan al fútbol cuando hay que hacerlo.
Ahora, será cuestión de tiempo que pasa ver con el equipo, lo dejaremos para otro análisis, pero lo que si podemos asegurar es que a lo largo del tiempo Andrés Soriano fue y es uno de los grandes talentos de ascenso, que pronto, verán, estará nuevamente en la Primera División.
Alejandro Romero
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