miércoles, 8 de diciembre de 2010

De protagonistas y antagonistas


 ¿Hasta dónde se permite un insulto en la cancha de fútbol? Al parecer una cultura absolutamente apartada de los valores y la ética que tanto se predican afuera prevalece en este escenario.

  Es aquí, en el templo del hincha, en donde nace la emoción el fervor y la pasión que también nace la peor de las miserias.

  Observamos en los estadios el constante hostigamiento a Diego Buonanotte, llamado ‘‘asesino’’ por algún hincha que siente y hasta disfruta su impunidad gritando desde la platea. O que tal el caso de Ariel Ortega, asediado de los peores insultos y aberraciones por su ya conocido problema con el alcohol.

  Son estos picaros del alambrado quienes al recibir el más mínimo insulto en la calle reaccionan como lo haría el mismísimo Muhammad Alí. Es la cultura de ver quien la tiene más grande. Pero el jugador profesional se la tiene que comer. Para eso le pagan. No viejo.

Allá por 2004, en un estadio se burlaron de Leonardo Astrada por el secuestro de su padre. Pero cuando secuestraron al de Echarri, somos todos solidarios. Claro, es actor.

 Si el jugador reclama una deuda es un pesetero, un ladrón. Si a un heladero – por citar un ejemplo- lo despiden y reclama una deuda, esta bien, dale para adelante y pelea por lo tuyo.

  O le sucedió al mismísimo Felipe de la Riva, por dar un caso de nuestro ámbito, cuando sufrió burlas por su lucha contra el cáncer. Increíble que en un país donde tantas personas padecen la enfermedad haya gente que aun se ría. A todos nos puede pasar.

  Pero atrás del alambrado todo vale. Todo se esconde bajo el nombre de folclore. Si alguien le tira un botellazo a un jugador este bien. Pero si el jugador devuelve, no señor. Marche preso. Sáquele roja juez. Basta de hipocresía.

  ¿Picardía criolla? ¿Folclore? Yo la llamaría de otra forma. Es una historia real, de todos los días que parece no tener fin. De protagonistas y antagonistas.

Alejandro Romero

No hay comentarios:

Publicar un comentario