Cuando mencionamos a un país como Japón, definitivamente salen de nuestra boca la tecnología, los televisores y el sushi. De fútbol, ni hablemos.
Sin embargo, este deporte es tan hermoso que no conoce fronteras. No conoce límites. Cualquiera que sepa jugarlo puede terminar en cualquier lugar del mundo, esté donde esté. A esa gente, dedicamos esta sección.
Existen algunos casos de nipones en el fútbol de nuestro país, como el famosísimo Takahara, culto a la risa para los que lo vieron en Boca. Así todo, término jugando en el Hamburgo alemán, nada mal, y encima fue figura.
Pero Naohiro no fue el único. Aquellos hinchas memoriosos de Huracán, y también porque no los apasionados seguidores del ascenso, se acordaran del siguiente caso.
Porque como podremos olvidarnos del gran Josuke Kato, llegado al país mediante un cheque que le enviaba el Yokohama Marinos para la vivienda, como una especie de pasantia para que aprenda a jugar al fútbol en nuestro país, como lo haría otro en un CBC.
Probablemente, jamás hubiese soñado jugar en Argentina de otro modo. En un país donde existen tantos buenos jugadores, tanto talento escondido. Pero llego, jugo y hasta convirtió. Increíble.
Pongámoslo en contexto. Huracán jugaba aun en el Torneo de la B Nacional, con un equipo que dio que hablar con jugadores como Osvaldo, Milano y Larrivey, entre otros. Pero el japonés, a puro sacrificio, se fue ganando un lugarcito entre los relevos. Y a paso lento pero firme, iba consiguiendo algunos minutos en la Primera del globo. Hasta que llego su partido bisagra.
El Huracán de Mohammed peleaba el titulo por la tan ansiada vuelta a Primera, y tenia que vencer a un difícil escollo como Talleres de Córdoba. El partido como era de esperar, fue una lucha, donde parecía que el que golpeaba primero ganaba.
Talleres le dio un golpe al mentón, ya que apenas iniciado el segundo tiempo convirtió. Minutos después, Sánchez Prette se iba expulsado. Así todo, el Globo a base de fútbol iba al frente y convertió el gol del empate.
Pero a los veintidós minutos, el Turco mando a su juvenil nipón a la cancha y no le fallo: Convirtió el gol de la victoria.
A todo esto, el atónito publico no tuvo mas respuesta que una enorme ovación, que aún no sabemos si fue real o irónica. Lo cierto es que fue gol, y aunque fue el único gol que convirtió en Parque Patricios, será difícil de olvidar.
Con el equipo ya en Primera, las chances fueron disminuyendo y fue relegado a la Reserva. Sin posibilidades, paso a préstamo a Defensores de Belgrano, donde corrió igual suerte, ya que sumo solamente 10 partidos, todos desde el banco, sin convertir goles.
Si bien no marcó un antes y un después en nuestro fútbol, difícilmente algún hincha de Huracán podrá olvidarse de él. Para bien o para mal. Vino desde el Mundo al Ascenso.
Alejandro Romero
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