Muchas veces en nuestro fútbol, los directores técnicos prefieren, en el armado de sus planteles, la experiencia y la jerarquía, ese nombre que ilusione a la gente y pueda calmar a las fieras en caso de una floja campaña y los dirigentes obedecen. Luego ese técnico se va, y lo que queda, es el plantel poblado, los recursos a 0 y las cuentas en rojo.
Si de malas administraciones tenemos que hablar, Independiente puede dar cátedra sobre el tema en estos últimos años. Las malas campañas no son casuales. Todo tiene un porque.
Desde hace años, la traída indiscriminada de refuerzos casi religiosa en los mercados de pases hace que los chicos del club queden tapados, y así deban buscar otros rumbos. El patrimonio del club, el pibe, por el que tanto se invirtió, se va, silbando bajito.
Jacobo Mansilla fue uno de esos tantos chicos, así como Fabro, Lorefice y Enzo Bruno, que no tuvieron su oportunidad y se vieron obligados a emigrar para romperla en otro lado.
Su debut en el Rojo data del 16 de junio del 2007, enfrentando a Gimnasia de Jujuy. De aquí en más, no tuvo oportunidad alguna en el conjunto de Avellaneda y mudó su talento a Adrogue, para jugar en Brown.
Un total desconocido para la gran mayoría llegaba al club del Sur, sin pergamino alguno, sin un nombre. Sin embargo, a base de gambetas, habilidad y una precisa pegada, enamoro rápidamente el corazón de los hinchas tricolores. Y también lleno los ojos de otros clubes.
El exterior lo esperaba con los brazos abiertos. El Olmedo, de la Primera División, quería contar con el volante a toda costa. También Chacarita. Pero apareció Defensores de Belgrano y se llevo a la joya.
En su primer temporada, fue de menor a mayor. A medida que corrían los partidos, el rendimiento del equipo, así como el de Mansilla crecían proporcionalmente. Mientras mejor jugaba Jacobo, mejor jugaba Defe. Por eso hoy se encuentra en el podio del torneo con el como estandarte.
Así, mientras Independiente sigue despilfarrando dinero en refuerzos que no le rinden, Mansilla hace su carrera en otro lado. Y la rompe. Porque la política de los clubes es así, traer por traer, porque los dirigentes sin escrúpulos no se animan a apostar a largo plazo mirando las inferiores. Porque mira si no gano las elecciones. Que si pongo a los pibes me putean. Error.
Pero miramos la tabla de Primera División. Estudiantes, Lanus, Vélez, Banfield, siempre arriba. Peleando campeonatos con mayoría de chicos de inferiores, que luego venden a cifras millonarias, estabilizando la economía del club. Todos miran hacia abajo, para irse para arriba. Esa es la política que los clubes deben adoptar. Así existirían menos casos como el de Mansilla, y más talentos en Primera División.
Alejandro Romero
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